La I Guerra Mundial
 

 

A pesar de que poca gente lo pudo intuir, el mundo que Roland y sus scouts del este de Londres conocían se desmoronaría completamente, se acercaba el terrible año de 1914.

En este año, mientras estaba involucrado en su labor filantrópica estalló la gran guerra. Apegado a la ley scout su primer reacción fue prestar lealtad a su Rey y a su patria. Escribió a sus seguidores políticos en Cardiff "Como ustedes saben, siempre he apoyado las causas de paz, sin embargo, uno no puede ayudar esta causa dejando a Europa a merced de una tiranía militar. He sido un acérrimo oponente al reclutamiento y un creyente del servicio voluntario y es por quienes creen en este servicio cuando hay que demostrar que cuando nuestra nación nos necesita, éste, no sólo se vuelve voluntario, sino que se debe prestar con gusto. En este crucial momento de crisis nacional he hecho lo que creo es mi deber y me he enlistado en el ejército de Lord Kitchener. En concreto, después de haber participado un año con el cuerpo de entrenamiento de oficiales durante mi estancia en Oxford, parece ser que esta es la manera en que mejor puedo ayudar a mi patria."

Antes de ir a su entrenamiento hizo una última aportación a su amado este de Londres. Compró la casa en el número 29 de Stepney Green como centro de la labor que había iniciado y que en ese momento dejaba en manos de otros. Ingresó al campo de entrenamiento en Didcot y a su debido tiempo fue nombrado Teniente Segundo y asignado al Noveno Batallón Real de Fusileros en el cual varios de sus muchachos scouts de Bethenal Green se habían enlistado. Fue enviado a Francia en abril de 1915, sin embargo él y su hermano Colwyn obtuvieron un permiso para estar presentes en el funeral de su madre que falleció el 30 de marzo. Fue elevado a rango de Capitán a principios de año y al acaecer la muerte de su hermano en el mes de mayo heredo la baronía de su padre. Tomó parte en el ataque al Reducto de Hohensollern al sur de La Basée, en el que su bien entrenado y bien dirigido batallón tuvo una destacada participación. En esta batalla el Capitán Roland Philipps se distinguió de sobremanera. Fue condecorado con la Cruz Militar y el reporte oficial de sus servicios fue publicado en La Gaceta de Londres en donde se subrayó "en reconocimiento a su manifiesta gallardía y devoción al deber." A pesar de estar severamente herido mantuvo a sus hombres bajo control, habiendo el mismo matado a cuatro enemigos con su revólver. Se mantuvo en su puesto y repelió tres ataques. Recibió tres heridas de bala en la batalla y una grave cortada. Al dar cuenta de los hechos de este suceso a Sir Robert Baden Powell le mencionó que esas tres heridas le sirvieron para recordar los tres puntos de la promesa scout. Se recuperó rápidamente y regresó a casa para tomar un breve descanso antes de reunirse de nueva cuenta con su batallón en servicio. Durante este reposo atendió a una investidura en el Palacio de Buckingham y ahí mismo fue condecorado por el Rey con la Cruz Militar en reconocimiento a su gallardía. Al agradecer la felicitación de un amigo escribió que el honor pertenecía a sus hombres quienes fueron valientes y alegres, más aún de lo que las mismas palabras puedan describir. Por lo que toca a mí, -dijo- tuve la alegría y gran fortuna de ser su líder.

Roland instrumentó en las fuerzas armadas las mismas habilidades que había utilizado en su servicio dentro del escultismo. Su desempeño fue distinguido y sus permisos los pasaba en Inglaterra donde se propuso como objetivo personal, que siempre cumplió, fundar por lo menos una tropa scout cada vez que estuviera de visita.